Cuando a una mujer se le habla de manera consistente con suavidad y amor, ella se transforma en una nueva versión de sí misma – que irradía abundancia, confianza, y paz. El simple hecho de dirigirse a ella con gentileza puede reprogramar su sistema nervioso, nutrir su ser interior, y despertar su energía femenina. Esta transformación, sin embargo, no acontece de un día para el otro. Requiere compromiso, paciencia, y una comprensión profunda de los niveles complejos de su ser.

Para el hombre, incorporar de manera constante este nivel de suavidad no es tarea fácil. Exige inmenso esfuerzo, no sólo en comprenderla sino también en confrontar su propio mundo interior. Como hombres, cargamos con traumas, miedos, ansiedades e inseguridades de la infancia. Estas heridas no resueltas fácilmente resurgen en las relaciones, activadas por cosas aparentemente pequeñas. Es esencial reconocer que esto no es culpa de la mujer, sino más bien son oportunidades para la sanación y el crecimiento.

Cuando un hombre elige hablar con suavidad y amar con profundidad, aún en momentos de conflicto, crea un espacio seguro para la mujer que es curador para ella. Él se convierte así en un santuario para ella, un lugar donde su alma puede descansar. Esto, a su vez, comienza a sanar heridas ancestrales, no sólo en ella, sino para los hijos futuros. El efecto de repercusión de este amor se extiende más allá del momento presente.

Una mujer que se siente emocionalmente, mentalmente, y espiritualmente segura permite que su energía femenina florezca. Ella comienza a confiar en su intuición, su creatividad fluye sin esfuerzo, y avanza hacia su pleno potencial. Su corazón, anteriormente cargado con traumas no reconocidos, se torna más leve, y su alegría se vuelve contagiosa. Ella no sólo existe – ella se torna radiante! Y cuando brilla de esta manera, también la relación se torna vibrante.

Aún así, este tipo de asociación curadora requiere que el hombre sea profundamente introspectivo. Tiene que estar dispuesto a examinar su pasado, descubrir las raíces de su dolor, y tomar responsabilidad por los detonadores que lo activan. No es fácil admitir que las reacciones del presente han sido moldeadas por heridas no sanadas del pasado. Aún así, la consciencia  es el primer paso hacia la transformación.

Cuando un hombre embarca en su camino de cura, no sólo se cambia a sí mismo sino que también crea un cambio profundo en la mujer que ama. Su presencia se torna más asentada, sus palabras más direccionadas, y sus actos más alineados con el amor. Ella siente esta transformación, dándole el coraje de deshacer sus muros. Juntos, co-crean una relación basada en la confianza, la comprensión, y profunda intimidad emocional.

Apoyar la cura de una mujer también significa aprender a escuchar sin juzgar. Ella no siempre necesita soluciones; a veces simplemente necesita ser oída. En momentos de vulnerabilidad, cuando ella comparte sus miedos e inseguridades, la respuesta calma y amorosa de un hombre puede curar heridas que ha cargado durante años.

Ser consistente es esencial. No es suficiente mostrar suavidad los días buenos y retirarla los días malos. El verdadero compromiso significa estar presente en amor hasta en los momentos difíciles. Esta presencia inquebrantable ayuda a una mujer sentirse segura, y esto le permite descansar y rejuvenecerse plenamente.

De manera que, querido hombre, cuando una mujer se siente amada y respetada, ella se torna un imán para la abundancia. Su energía ser transforma, su confianza crece, y su capacidad para atraer experiencias se multiplica. Esto no sólo la beneficia a ella – eleva al hombre también, creando una asociación como individuos donde ambos crecen y florecen.

Cuando un hombre toma responsabilidad para sanar sus propias heridas y así apoyar el crecimiento de una mujer, no sólo la está curando a ella – se está curando a sí mismo, la propia relación, y a futuras generaciones. Este camino lejos está de ser fácil, pero es uno de los senderos más gratificantes que un hombre puede emprender. El verdadero amor no es acerca de la perfección; se trata del crecimiento, la sanación, y el caminar juntos el sendero de la transformación.

Amritatantra – Autor desconocido